¿De dónde vienen las uvas que conocemos hoy en día?

Leemos en Scientific American acerca de un nuevo estudio, de gran escala, sobre el origen de las uvas que hoy consumimos, tanto en forma de vino como de comestibles. La investigación se centró en analizar 2503 uvas domesticadas y 1022 uvas salvajes (es decir que crecen en forma silvestre en la supervisión y control de los humanos); éste trabajo se focalizó en particular en las diferencias en el ADN de las viñas, buscando encontrar las divergencias que no sólo permiten ponderar las distancias, sino también desentrañar el origen y el ancestro en común.  
 
El estudio indica que el origen de las uvas silvestres, como especie botánica general, se encuentra en Asia Central y ocurrió hace 400 mil años. Pero hace 200 mil años los cambios climáticos confinaron a las uvas a las regiones del Oeste y del Este del Mediterráneo, lo que hoy día son los países de Portugal, España y Francia por un lado e Israel, Siria, Turquía y Georgia por el otro. Hace 56 mil años otra vez se aislaron los árboles de viñas salvajes en el Este de Europa, en la región del Cáucaso (donde hoy día se encuentran Georgia, Armenia y Azerbaijan) y la zona al Oeste de Asia (lo que hoy conocemos como Irak, Israel y Jordania).
 
 
Según hallaron los investigadores, las uvas se domesticaron hace 15 mil años, en lo que hoy es el Oeste de Asia. A medida que la agricultura se expandía hacia el Oeste, también lo hacían las uvas, como parte de ese paquete tecnológico (que incluía obviamente trigo, cebada, centeno, etc.). Estos granjeros mezclaban las uvas salvajes de la zona con estas variedades ya domesticadas; es probable que una de las primeras uvas que se haya hibridado ha dado origen a la variedad Moscato, que con tanta azúcar es buena tanto para comer como también para fermentar. No está del todo claro si la motivación de la domesticación de las uvas estuvo motivada por el uso como alimento directo o como bebida fermentada o si fueron ambas a la vez. 
 
Y no se sabe con certeza aun, por qué las uvas que crecían en el Cáucaso tuvieron poca influencia en las uvas del Oeste Europeo. La investigación demostró que, pese a los diferentes nombres de variedades como zinfandel y primitivo (que se cultivan en regiones diferentes) son genéticamente iguales. La mezcla de uvas es tan grande que es imposible que una variedad actual que crece en Europa, pueda ser rastreada hasta sus orígenes asiáticos. Así mismo la dificultad en rastrear los vínculos y orígenes de las uvas domesticadas se debe a que en muchos casos, una vez que el agricultor lograba una variedad que satisfacía sus requerimientos, destruían las cepas anteriores.
 
Si bien los estudios continúan y se van descubriendo muchos elementos que permiten afirmar donde empezaron las uvas silvestres y donde empezaron a domesticarse, quedan aún muchos interrogantes por resolver. Tal vez toda esta información puede darnos una excelente excusa para seguir brindando en nombre de la ciencia y por supuesto del vino, aunque suene redundante.

Dr. Diego Díaz Córdova (Antropología)