El indispensable y antiguo corcho

Don Perignon, el monje a quien debemos el "champagne", fue el primero que utilizó el corcho para  tapar  sus botellas de vino con burbujas. Ya que hasta ese momento Las "estrellitas" del espumante se escapaban de sus rudimentarios tapones de tela y sebo o cera.
 
A fines del siglo XVII, se volvió a pensar o redescubrir el corcho - extraído de la parte central de la corteza del árbol de alcornoque - que habían utilizado antiguamente los romanos. El "padre del champagne" pudo tapar sus vinos y en la Cuenca del Mediterráneo, comenzó la explotación del alcornoque de España  y principalmente Portugal. Este último  conserva aun  la mayor parte de la industria (Portugal 56% y España 30% ) seguidos muy lejos por Marruecos, Argelia, Túnez y Cerdeña. Los corchos mueven aproximadamente 800 millones de dólares con más de 250.000 toneladas de tapones. El corcho es un producto caro ya que un árbol debe vivir casi 50 años antes de producir el corcho óptimo para tapar botellas de vino.

Los que se extraen antes, sirven para otros menesteres (zapatos, revestimientos, etc)  Para el uso de tapón, la corteza extraída se amontona en tablas que  se hierven en calderas de acero inoxidable. Y permanecen sumergida durante una hora para "eliminar la contaminación microbiológica y los insectos, que contenía mientras estaba en el árbol". Luego, ya secas y oreadas al aire libre, se cortan en forma vertical en tiras del ancho que será luego el largo del futuro tapón.
 
A partir de allí y mediante máquinas "sacabocados" se cortan los corchos cilíndricos. Estos después se pulen para que queden suaves, son  controlados clasificados y esterilizados. Luego la mayoría de los corchos que se utilizan en el vino reciben un baño de parafina o silicona, para conservar su humedad y flexibilidad. También facilita el encorchado en bodega y la extracción por el consumidor.

Hoy hay corchos sintéticos que son más económicos pero no menos efectivos. Ya que el corcho natural tiene tendencia a contagiarse de un hongo TCA, que otorga al vino malos olores a moho y humedad. Y el sintético es absolutamente neutro y aséptico. Sin embargo los vinos de alta gama aun se tapan con el viejo y querible corcho de alcornoque.